Significado de Dikao

Dikaiosis, la palabra griega que se traduce justificación, sólo
aparece dos veces en el Nuevo Testamento, en Romanos; su
significado preciso está determinado por el verbo dikaio, “justificar”,
significando el establecimiento de una persona como justa por
absolución de culpa, pues todo lo que era necesario de parte de
Dios para nuestra justificación había sido cumplido con la muerte de
Cristo; es la relación del creyente con Dios en razón de la justicia de
Cristo que le es acreditada. Por medio de la justificación se cancela
la pena del pecado. Ningún ser humano puede justificarse con
buenas obras; nadie es lo suficientemente bueno para llegar al cielo
por su propia cuenta (Gá. 2:6,21; 3:10,21; 5:3,4; Ro. 11:6; Ef.
2:8,9). La justificación es más que un simple perdón. No es que se
dejen de lado las exigencias de la ley; se las satisface plenamente;
de ahí que la base de la justificación sea la obra expiatoria de Cristo
en el Gólgota (Ro. 5:9; 8:1; 10:4). Es por ello que Cristo fue
levantado de entre los muertos. Siendo la propiciación perfecta y
completa, su resurrección fue la contrapartida confirmatoria. “Así
que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos
los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos
los hombres la justificación de vida” (Ro. 5:18). Aquí la “justificación
de vida” significa “justificación que resulta en vida”. El hecho de
que Dios justifica al pecador que cree sobre la base de la muerte de
Cristo, involucra su libre don de la vida.
“24Siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la
redención que es en Cristo Jesús, 25a quien Dios puso como
propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su
justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los
pecados pasados” (Ro. 3:24,25). Mediante la propiciación perfecta
de Cristo Jesús obtenemos la redención, el rescate, y una vez libres
de todo poder de las tinieblas, somos justificados delante de Dios;
por la justificación el redimido es inocente delante de Dios. Delante
de Dios ningún pecador puede justificarse por sí mismo, no tiene
méritos para hacerlo, está manchado, está corrupto, es reo de
muerte; hay un acta de decretos que le es contraria al pecador (Col.
2:14), que le condena.
Todo ser humano es malo por herencia, de nacimiento, y
solamente obra maldad, es culpable delante de Dios, de manera
que el hombre necesita que se le perdone sus pecados, que se le
limpie de toda mancha de pecado, que sea librado del poder del
pecado y sea justificado de la culpa. Para eso es la justificación,
para declararle inocente en vez de culpable. Claro que fue un
proceso; un culpable fue puesto en la propiciación, donde murió
con Cristo (la muerte es la paga del pecado), y resucitó con Cristo,
naciendo a una nueva vida (regeneración), como una nueva
criatura (2 Co.5:17), y, como esa nueva criatura que es, es
justificado, declarado inocente, pues la vieja criatura murió en la
cruz del Calvario.

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